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SEROLOGÍA VÍRICA

SEROLOGÍA VÍRICA

 

Infección vírica aguda

El estudio de la serología vírica es otra de las herramientas de la Medicina Integrativa.

Es de conocimiento general que una infección vírica aguda puede dar una serie de síntomas principalmente respiratorios, intestinales y también fiebre y cansancio. La intensidad de estos síntomas dependerá del tipo de virus. De este modo, una gripe causa más fiebre, cansancio y dolor muscular que un resfriado.

Cualquier infección vírica desencadena en el organismo una respuesta del sistema inmunitario. Uno de los mecanismos de esta respuesta es la liberación de sustancias inflamatorias con la intención de defendernos de la agresión. Este estado inflamatorio es el que provoca el dolor muscular, el cansancio y el dolor de cabeza o dificultad de concentración.

Infección vírica latente

En la mayoría de casos, cuando la infección vírica remite desaparecen los síntomas inflamatorios. Sin embargo, en ocasiones persisten durante un tiempo síntomas por el mantenimiento de este estado inflamatorio. Esto se ha visto sobre todo en infecciones causadas por el virus de Epstein-Barr, como la mononucleosis infecciosa y más recientemente, en algunos casos de Covid 19.

No obstante, hay casos en los que tras la fase aguda los síntomas desaparecen, pero el virus persiste en estado latente. Y puede ocurrir que años más tarde por diferentes motivos el virus se reactive y comience a provocar síntomas difíciles de relacionar con la infección primaria.

Virus latentes más frecuentes

Los virus que más frecuentemente pueden reactivarse tras estar en estado latente son:

  • Herpes simple I y II.
  • Varicela zóster.
  • Epstein-Barr.
  • Citomegalovirus.

Síntomas de una infección vírica reactivada

Los síntomas más frecuentes que provocan la reactivación de estos virus latentes son: cansancio (a veces intenso), febrícula, dolor muscular, dolor de cabeza o dificultad de concentración.

Se deben a una inflamación de los músculos, de la glía (células que protegen y nutren las neuronas) o a una activación del sistema inmunitario.

En algunos casos, pueden atacar directamente a órganos más específicos. Por ejemplo, un virus varicela zóster puede proliferar en un nervio periférico causando un dolor neuropático intenso. Es el típico caso de los nervios intercostales conocido popularmente como la “culebrilla”.

Otro caso podría ser el que el virus de Epstein-Barr inflame directamente la glándula tiroides provocando una tiroiditis que a la larga producirá hipotiroidismo.

Como vemos, la reactivación de virus latente puede provocar una serie de síntomas inconexos que nada tienen que ver con los de la infección original.

Por ello, siempre ha de investigarse una reactivación vírica en cuadros catalogados de:

  • Hipotiroidismo.
  • Fatiga.
  • Fibromialgia.
  • Infecciones recurrentes o crónicas.
  • Enfermedades autoinmunes.
  • Patologías recurrentes.

Métodos diagnósticos

Como ya hemos explicado en otro artículo una de las disciplinas de la Medicina Integrativa que más valora este tema es la Microinmunoterapia (ver).

Para llegar al diagnóstico de estas infecciones víricas se realizan diferentes análisis de sangre:

  • Perfil proteico: valora el estado inflamatorio, nutricional e inmunitario humoral.
  • Tipaje linfocitario: evalúa la adaptabilidad del sistema inmunitario.
  • Serologías víricas.

Las serologías víricas evalúan el nivel de anticuerpos frente a los virus enumerados más arriba. Los anticuerpos son las llamadas inmunoglobulinas (Ig) que son unas proteínas que forma el sistema inmunitario para destruir de forma específica a un germen determinado, en este caso virus.

Básicamente, se evalúan los niveles de dos tipos de Ig. Las IgM son las que se generan en las fases iniciales de la infección aguda. Las IgG se desarrollan al acabar la fase aguda y son las que proporcionan protección a largo plazo.

De esta forma, evaluando los niveles de IgG e IgM de estos virus podemos saber el estado de la infección.

Un caso aparte por su complejidad es el de la infección por el virus de Epstein-Barr. Para su diagnóstico han de analizarse 5 tipos de Ig: VCA (IgG), VCA (IgM), EBNA (IgG), EBNA (IgM) y EA.